MUSEO DE ARTE XXI

MUSEO DE ARTE XXI
Foto aérea del Museo ARXXI

MUSEO DE ARTE XXI ROMA

Este centro de arte contemporáneo ha sido diseñado por el estudio ZAHA HADID ARCHITETS sobre la ubicación de antiguos cuarteles militares.El edificio intenta adaptarse a los vacios dejados por las estructuras preexistentes,manteniendo el nivel de las estructuras y convirtiéndose en la segunda piel . Un proyecto moderno de 30,000 m2.

MUSEO DE ARTE XXI ROMA ITALIA

SEVILLA

SEVILLA
Proyecto METROPOL PARASOL

METROPOL PARASOL

Proyecto promovido por el Ayuntamiento de Sevilla sobre la antigua Plaza de la Encarnación que funcionaba como mercado tradicional de la ciudad su concepción permitirá la utilización de 13,000 m2 de área.Se encuentra en proceso de construcción y hasta la fecha se ha invertido 50,000,000 de euros.El proyecto ha sido resultado de un concurso internacional en el que resultó ganador el arquitecto alemán
Jürgen Mayer.

PLAZA DE LA ENCARNACION SEVILLA-PROYECTO METROPOL PARASOL

lunes, 29 de marzo de 2010

ARQUITECTURA Y CRECIMIENTO DE AGUASCALIENTES - MEXICO


La premisa ha sido aprovechar al máximo los espacios
•El sólo hecho de levantar metros cuadrados no es Arquitectura
•Ser más críticos como sociedad, ante la mediocridad reinante

Aguascalientes, MÉXICO, a 03 de marzo del 2010

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Por Arq. Cuauhtémoc García Ledesma.
Catedrático de la Universidad Cuauhtémoc, Campus Aguascalientes

La suma de las construcciones integra el contexto urbano, el cual cambia de forma a medida que la sociedad se modifica. Sin embargo, en cualquier época, el papel que la Arquitectura debe de cumplir como contexto urbano es procurar espacios propiciatorios del encuentro con el entorno, cuidar la relación de escala con la figura humana y mantener condiciones de armonía para que sea una ciudad más humana.

El centro histórico de la ciudad de Aguascalientes se ha conservado como el núcleo antiguo y simbólico de la población, en parte gracias a que hay una reglamentación que ha impedido su depredación física. En derredor de este núcleo, la ciudad ha sufrido un crecimiento urbano generalmente sin haber tenido un proyecto que hubiera planificado el crecimiento.

Mientras que el centro histórico ha mantenido cierta homogeneidad formal y conservado sus hitos simbólicos, como la Catedral, el Palacio de Gobierno, el Teatro Morelos, entre otros, en gran medida el sector urbano fuera del centro histórico se distingue por la carencia de recursos arquitectónicos y el predominio de lo pragmático y lo solamente decorativo, siendo escasa una verdadera intervención arquitectónica en las edificaciones de estas zonas.

Lo anterior lleva a preguntar ¿dónde y de qué manera está actuando la Arquitectura en la expansión de la ciudad?, ya que no podemos decir que todos los edificios son arquitectura si existen construcciones que sólo son metros cuadrados levantados pero sin ningún valor plástico ni espacial, y en el mejor de los casos, que sólo cumplen con las restricciones que plantean las normas, códigos y reglamentos aplicables al caso.

Parece que la premisa es el máximo aprovechamiento de la superficie para renta o venta, considerando esto como un fenómeno autónomo y desvinculado de la ciudad, con la que sólo se relaciona de manera accidental mediante fachadas decoradas que obedecen a la ornamentación que está de moda y en la mayoría de los casos es ostentosa.

Qué sucedió en el último tercio del Siglo XX

A grandes rasgos, la tendencia del crecimiento urbano a partir del último tercio del Siglo XX ha sido la creación de áreas residenciales, grandes plazas comerciales y centros de entretenimiento masivo (principalmente cines), adoptando una tipología formal con escasas variantes y que mayoritariamente obedece tanto a las condiciones de las franquicias, como a la relación imagen-marca que los propietarios se han encargado de estampar en la conciencia de los pobladores de la ciudad.

En gran medida también se ha dado el fenómeno de adosamiento de las colonias llamadas populares habitadas por una clase social marginada, donde ha sido escasa la aportación de una Arquitectura que piense en términos de solidez frente al futuro, y no como simple esqueleto prescindible cuando haya pasado el ciclo de mercado.



La Arquitectura contiene un código estético creado a partir de las cualidades individuales de cada edificio, el cual debe de analizarse y aplicarse al proyecto para que influya en el estado emotivo de los usuarios y de la zona de la ciudad donde se inserta. Esto, porque la principal finalidad de la Arquitectura es que se disfrute y se goce al usarla. Entre otros cosas, se debe de cuidar el aspecto del contexto urbano, que esté en relación con las características de la zona donde se ubica, así como también resolver todos los aspectos que se involucran en el proyecto y la construcción, tales como los aspectos formal, funcional, estructural, el acondicionamiento climático, las instalaciones, etc.

Sucede lo contrario con las construcciones llamémosles pragmáticas, en las que sólo se agregan metros cuadrados construidos que sean utilizables, lo cual contribuye paulatinamente a la degradación del paisaje urbano.

Los edificios se ubican en un lugar, pero lo interesante es que no sólo estén en este lugar, sino que pertenezcan a dicho lugar, que estén arraigados y establezcan un dialogo con él; es decir, que pertenezcan al lugar donde se encuentran, al tiempo, la época, al clima y al contexto o paisaje. En una palabra, ser el edificio que tiene que ser en el momento y en el lugar: respetar las características del contexto o el ambiente urbano, como sucede en la mayoría de los centros históricos que conforman imágenes homogéneas.

El motor de la ciudad de Aguascalientes ha sido la explotación de la rentabilidad del suelo
En algunos casos, encontramos edificios sin el más elemental sentido de prudencia arquitectónica y constructiva. Muchas veces son brutales. Y en ocasiones encontramos también que se presentan con la diversidad de lo espontáneo, que algunas veces resultan soluciones de sentido común adecuadas al predio donde se desarrollarlo.


En otras ocasiones, hay espacios vacíos derivados de la especulación con la tierra, donde se ha preferido demoler edificios, a veces con valor histórico y/o arquitectónico, en aras de la especulación, lo cual refleja que el motor de la ciudad ha sido la explotación de la rentabilidad del suelo, donde generalmente se utiliza como medio la construcción pragmática para acelerar el proceso de rentabilidad de la tierra y de la condición financiera que establece que estas construcciones tienen una durabilidad de corto plazo y que lo que se podría entender como intervención arquitectónica se reduce a una parte más del proceso de venta de un producto.

Con lo expuesto anteriormente vemos que aumentan los espacios de construcción pragmática, es decir, aquéllos que no parten de una estética porque no le es inherente, y que sólo se valen del recurso del ornato buscando con éste un efecto de belleza que la mayoría de las veces fallida.
Como consecuencia, cada vez hay menos arquitectura con valor, y al disminuir la presencia de ésta, declina también en la sociedad el ejercicio crítico, la posibilidad de cuestionar el entorno urbano y social pudiendo ofrecerle otras alternativas para la realización de lo cotidiano. Y al existir menos interesados en buscar un proyecto arquitectónico con valor, tampoco existen obras de arquitectura con valor y solo existen espacios que nos resguardan de la intemperie, pero que son algo que conmueve ni emociona.

Lo más grave del caso es que nos estamos acostumbrando a que en vez de que exista arquitectura de valor, el lugar que ésta debería ocupar rápidamente es ocupado por una construcción pragmática cuya única finalidad es la utilidad económica y hemos ido prescindiendo de la Arquitectura funcional, estética, emocional y que respete el contexto donde se ubica, estamos suprimiendo el estímulo a los sentidos, el confort espiritual para vivir y para desarrollar el trabajo y el estudio, y los lugares para poder estar en contacto con la sociedad y con uno mismo.

Creo que, como sociedad, debemos de ser más críticos ante la mediocridad arquitectónica en que nos vemos obligados a vivir.

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